jueves, mayo 03, 2007

POR LA DIGNIDAD HUMANA

Estimados amigos de la Red:

En mi calidad de cristiano - católico, integrante de la Pastoral del Trabajador, me es grato presentar la homilía de Don Alejandro Goic Karmelic, Obispo de Rancagua, con motivo del día del Trabajo

"Al celebrar, a partir de esta tarde y mañana el Día del Trabajo, la Iglesia recuerda en su Liturgia a San José Obrero, esposo de la Virgen María, padre adoptivo de Jesucristo, el Hijo de Dios.

En este día de reflexión y oración, saludo fraternalmente a las Autoridades de la Región, a los diversos dirigentes sindicales; a los empresarios. Saludo de la Iglesia a todos los hombres y mujeres, que en los diversos ambientes, trabajan con honestidad y generosidad por el desarrollo integral de todos los habitantes.

Un saludo y una oración especial por los trabajadores enfermos y ancianos, que gastaron sus vidas, y que por la debilidad de la enfermedad y los años ya no pueden producir. Para todos ellos nuestra gratitud y nuestro afecto. Lo que hoy somos como país, como región, se lo debemos a tantos, que en el pasado, se sacrificaron por el desarrollo y el bienestar de nuestro pueblo. La sociedad está llamada a reconocer en justicia su aporte y su entrega.

Jesús enseña a la gente en la sinagoga y se extrañan que El tenga tantas capacidades y tanta sabiduría. Se preguntaban: “¿de dónde le vienen esta sabiduría y ese poder de hacer milagros?. ¿No es éste el hijo del carpintero?.”

La encarnación del Hijo de Dios – se hace uno de nosotros – nos muestra el amor de Dios por cada ser humano. Y al nacer en el hogar de un carpintero nos muestra la profunda dignidad de cada ser humano y del trabajo que realiza.

Qué profundamente lo expresaba San Alberto Hurtado: “ La palabra trabajo debería sugerirnos a todos no sólo un medio para ganar la vida, sino una colaboración social. Por el trabajo el hombre da lo mejor que tiene: su actividad personal, algo suyo, lo más suyo; no su dinero, sus bienes, sino su esfuerzo, su vida misma”.

Y continuaba el santo:
“El trabajo es un esfuerzo fraternal, es la mejor manera de probar el amor por los hermanos, responde a las exigencias de la justicia social y de la caridad...el trabajo es santificador en sus resultados, pues por el trabajo el hombre colabora al plan de Dios, humaniza la tierra, la penetra de pensamiento, de amor, la espiritualiza y diviniza. Por el trabajo el hombre contribuye al bien común temporal y espiritual de las familias, de la nación, de la humanidad entera. Por el trabajo descubre el hombre los vínculos que lo unen a todos los demás hombres, siente la alegría de darles algo y de recibir mucho en cambio”.

Es lo mismo que han enseñado los Sumos Pontífices, especialmente el venerado Juan Pablo II al recordar la primacía del trabajador, es decir, que el primer valor del trabajo es la persona que realiza tal o cual trabajo.

Concretemos, hermanas y hermanos estas reflexiones, a la luz de estos principios fundamentados de la Sagrada Escritura, del testimonio de los santos, y la palabra del Magisterio.

La persona que realiza el trabajo tiene una dignidad infinita dada por Dios. La persona vale por lo que es, no por lo que hace o por lo que tiene.
Para la sociedad es importante el trabajo tanto del médico, como del educador, de la asesora del hogar, como del empresario. Todos nos necesitamos unos a otros. Lo verdaderamente valioso es cada ser humano, mujer y varón.

· La persona que trabaja, especialmente de los sectores más desposeídos, tiene derecho a una justa y digna remuneración. Nos dijo Juan Pablo II en Chile: “¡Los pobres no pueden esperar!” . Los que nada tienen no pueden aguardar un alivio que les llegue por una especie de rebalse de la prosperidad generalizada de la sociedad”.
Un sistema social, político y económico que dignifique la vida y los salarios de los trabajadores más pobres, es un sistema verdaderamente humanizador. ¡Aún tenemos mucho que hacer en la Patria en este sentido!. ¿Cómo superar los egoísmos de grupos? ¿Cómo superar la injusta pobreza de los pobres? ¿Cómo hacer comprender a los poderosos del mundo que los bienes son dados para una administración justa y equitativa? ¿Cómo hacer comprender a todos, incluso a creyentes, que no hay derecho a despilfarrar millones y millones de pesos en fiestas, en lujos, en artículos suntuarios, mientras miles de compatriotas, no tienen lo mínimo para vivir cada día?.

· Todo trabajador tiene derecho al descanso. El ser humano no es una máquina de producción. El trabajo dignifica cuando humaniza a la persona. El descanso necesario le permite vivir las relaciones familiares y de amistad, gozar con la naturaleza y la práctica del deporte; expresar su fe y su dimensión trascendente y su relación con Dios; gozar de la música, la lectura, el arte, etc.

· Los trabajadores tienen derecho a ambientes de trabajo y a procesos productivos que no comporten perjuicio a la salud física y no dañen su integridad moral; a que sea salvaguardada la propia personalidad en el lugar del trabajo, sin que sean conculcados de ningún modo en la propia conciencia o en la propia dignidad. El derecho a la pensión, así como a la seguridad social para la vejez, la enfermedad y en caso de accidentes relacionados con la prestación laboral.

· Una pregunta: ¿no habrá un modo más digno de pagar la pensión a personas mayores? Me duele verlas muy cerca de las oficinas del Obispado en largas filas, a la intemperie, con frío y largos tiempos de espera. Por ahí pasa también la dignificación de los trabajadores.


Hay mucho aún que hacer para que la persona esté en el centro de las políticas sociales. Sin duda, que hemos avanzado, pero aún nos queda mucho por hacer.

Nuestra Iglesia diocesana a través de la Pastoral de Trabajadores que encabeza el querido hermano P. Eduardo Morín, está haciendo un gran esfuerzo para llegar a todos los trabajadores y desde la perspectiva pastoral colaborar en la dignidad de las personas y en su evangelización.

Al término de nuestra Eucaristía reconoceremos en seis personas su espíritu laborioso, de honradez, de amistad cívica, de colaboración generosa y que contribuyen con sencillez al bien común. En ellos queremos estimular a miles y miles de mujeres y de hombres que trabajan por hacer la convivencia humana justa y digna para todos.

Queremos pedir en esta Eucaristía, por intercesión de San José Obrero, que en los caminos de Chile y especial en nuestra región, se realice con el aporte generoso de todos, la dignificación del trabajo y de las personas de los trabajadores.

A Cristo Resucitado, Salvador y Redentor de todos, honor y gloria por los siglos. Amén.




+Alejandro Goic Karmelic
Obispo de Rancagua

Catedral de Rancagua, 30 de Abril de 2007.

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